El santuario de los dioses abandonados

Miles de estatuas de divinidades budistas, taoístas e incluso íconos cristianos son dejadas por sus propietarios en una colina de Hong Kong. El increíble trabajo de reparación que lleva adelante Wong Wing-pong.
Redacción Llibres - 2017-02-06
En lo alto de una colina de Hong Kong se levanta un centro de reciclaje donde miles de estatuas de divinidades abandonadas por sus propietarios miran al mar, reparadas y pintadas.

Wong Wing-pong se ocupa de las colecciones de figuras de colores chillones en la ladera de una montaña rocosa, en el sur de la ex colonia británica. Dos veces por día, barre las hojas caídas de los árboles y quema incienso en honor a estas divinidades abandonadas. Son personajes budistas, taoístas, de la religión tradicional china e incluso iconos cristianos.

Wong, un carnicero jubilado de 85 años, se ocupa de las estatuas desde que, hace 17 años, se encontró en este lugar con decenas de efigies abandonadas. Algunas estaban rotas. Es el santuario de las estatuas "jubiladas", un "cielo lleno de dioses y budas".
Las estatuas de las divinidades abandonadas llegan de restaurantes en vías de renovación o de domicilios particulares que no tienen lugar para ellas.
Según Wong, cada mes llegan más. Vienen de restaurantes en vías de renovación, de domicilios de particulares que no tienen sitio para ellas. Él las arregla y a veces los antiguos propietarios las visitan y veneran.

"Nadie debe rebajar a los dioses. Si están aquí, tenemos que tratarlos bien", declaró Wong. "Si las divinidades están rotas, las pego (...) No me atrevo a tirarlas. No me lo permite mi conciencia".

Los habitantes se lo agradecen. La señora Wan, una octogenaria, dejó allí hace cinco años dos estatuas: una efigie de Guan Yin, la diosa de la misericordia, y otra de Guan Yu, un dios inspirado en una figura histórica china.

"Este lugar está muy bien cuidado. Le doy las gracias" al señor Wong, dice la mujer, que tuvo que deshacerse de sus figuras tras la conversión al cristianismo de algunos familiares.

Tse Sum, de 65 años, también le está agradecido. "Si se tiran, se transforman en basura, pero si se cuidan entonces pueden convertirse en obras de arte", estima.

En Hong Kong la religión se mezcla con las costumbres locales. Abundan los templos budistas y taoístas, y algunas mezquitas e iglesias. El incienso arde delante de las puertas de los comercios y muchos habitantes tienen estatuas en casa.