“No tengo el placer de conocer a las musas”

Entrevista a Ildefonso Falcones, autor de la novela histórica “Los herederos de la tierra”. El escritor catalán habla de su predilección por contar a los humildes, su rechazo al lirismo narrativo y su devoción por la Mafalda de Quino.
Fernando Capotondo - 2017-02-06
Una solapa alternativa de la última novela histórica de Ildefonso Falcones podría informar que es un reconocido escritor catalán, que en 2006 vendió 6 millones de ejemplares con su ópera prima “La catedral del Mar”, que la posterior publicación de “La mano de Fátima” y “La reina descalza” elevaron sus ventas a los 9 millones, que lo tradujeron a más de treinta idiomas y que diez años después de su obra emblemática, cuya serie podrá verse en Netflix en breve, decidió regresar a la Barcelona del Medioevo con su nueva historia “Los herederos de la tierra”. 

Y sí, es la presentación de un best-seller. Una calificación que para muchos roza la categoría del insulto, pero que en el caso de Falcones representa la caricia de un premio, una revancha después de demasiados años de rechazos editoriales. “Yo sí quiero ser best seller. La excusa de algunos que venden muy poco suele ser que su trabajo es muy bueno, pero que el público no está capacitado para entenderlos. Una contradicción terrible”, aclara el catalán, en una entrevista en la que desmitifica su profesión, rescata a los humildes, reivindica la política y, en el final, pide el Premio Nobel de Literatura para el argentino Quino, el creador de Mafalda.

- ¿Cómo logra que una novela de casi 900 páginas se ubique entre las más leídas?

- Un libro de esa extensión podría asustar a mucha gente, pero si entretiene creo que genera la necesidad de no abandonarlo y seguir hasta el final. Es tan simple como eso, la gente se entretiene.

- En varias entrevistas ha defendido la sencillez de su escritura, una posición que podría ser interpretada como la aceptación de una limitación propia.
- En ese caso olvidan que escribir sencillo implica un esfuerzo adicional, porque un escritor siempre tiene la tentación de intentar ser bonito, de querer hacerlo todo perfecto. Pero, a veces, tienes que echar el freno y volver para atrás.

- ¿Un ejemplo?

- Mira, lo que yo no quiero es caer en el lirismo. Si tú hablas de una rosa, no hace falta que la definas salvo que quieras decir que está ajada. No estoy de acuerdo en dedicar dos párrafos a la descripción de una rosa porque el público ya la conoce, sabe que esa cosa fantástica  huele muy bien y tiene atributos maravillosos. Salvo que quieras despreciar la rosa, en cuyo caso sí valen todas las palabras, es preferible dedicar esos dos párrafos para escribir otras cosas. 

- ...Que en sus novelas serían los datos históricos que le dan contexto al argumento.

- Puede ser. Las novelas históricas demandan un trabajo de investigación y escritura, que en otros casos no existe. Y para eso se necesita cierto método de trabajo, que en mi caso es sentarme todos los días frente a la computadora a las 9, levantarme a la una de la tarde y volver a escribir entre las 4 y las ocho de la noche. Una rutina de trabajo.
"Escribir sencillo implica un esfuerzo adicional, porque un escritor siempre tiene la tentación de intentar ser bonito, de querer hacerlo todo perfecto. Pero, a veces, tienes que echar el freno y volver para atrás".
- En esa rutina, ¿en qué momento llegan las ideas, la inspiración, eso que puede transformar una simple historia en una gran obra literaria?

- Debo responder que no tengo el placer de conocer a las musas. Yo, por lo menos, no las tengo. Lo que sé es que elijo el tema del que quiero escribir y voy avanzando. Escribo, tacho, vuelvo a escribir y al final me sale todo. Ese es mi método.

- ¿Así fue como, sin quererlo, se convirtió en best seller?

- No, sí quiero ser best seller. 

- ¿No le preocupa el descrédito que en algunos ámbitos tienen estos autores?

- Para nada. La excusa de algunos que venden muy poco suele ser que su trabajo es muy bueno, pero que el público no está capacitado para entenderlos. Una contradicción terrible. Porque eso conlleva a que lo que vende mucho es necesariamente malo. Es muy sencillo, insisten con esa postura contradictoria, porque si no se les termina el rollo.

- En “Los herederos de la tierra” retoma la Barcelona del Medioevo de “La Catedral del Mar”. ¿Por qué en ambas novelas hace hincapié en las penurias de los más humildes?

- El Medioevo es una época muy dura para los más pobres y apelo a ellos porque permiten explicar la realidad con más realismo. Puedes profundizar qué hacía el común de la gente, aquellos con los que hoy nos vemos representados. Hay muchos libros que hablan de los reyes, pero para saber qué comían y cómo vivían en esa época, es necesario bajar al pueblo, a los más humildes, porque ellos eran la gran mayoría.

- Dada la debilidad que demuestra por Barcelona, su ciudad natal, ¿tiene prevista alguna novela histórica sobre el período de la guerra civil?

- No, ahí no me metería nunca. A todos los escritores que lo hacen los encasillan con un bando, sin excepciones. Siempre se sale mal parado y terminan encasillando a los autores en la derecha o la izquierda.
"Cuando la gente vive bien, las ideas se van dejando de lado y la televisión parece ser mejor que mantener una conversación sobre política".
- ¿Se lo podría encasillar en algún bando político?

- Me gusta decir que soy liberal, pero claro, hoy en día es como no decir nada. La política ya no hablan de principios, ya no existen aquellas posturas de Mayo del ´68 y lo que vino después con la preponderancia de las ideas y la discusión ideológica. Hoy en día, todo es pragmatismo. La vida se ha vuelto más rutinaria y aburguesada en occidente. Cuando la gente vive bien, las ideas se van dejando de lado y la televisión parece ser mejor que mantener una conversación sobre política.

- Bueno, muchos pueden tener sus motivos para que la política no les interese.

- No critico a quien decide no participar, e incluso abstenerse, pero el que dice que la política no le interesa creo que está cometiendo un error. Porque la política es lo que rige nuestras vidas, es el medio que tenemos para regir nuestra existencia, nuestros derechos y obligaciones.

- ¿Observa similitudes en la situación política de España y la Argentina, en sus crisis económicas, en sus recetas para superarlas?

- Las crisis que tuvimos nosotros no tuvo nada que ver con las de Argentina. El otro día me enteré que tras la llegada del presidente Macri, les habían aumentado los servicios básicos un 600 por ciento. Una locura, inimaginable. Si ocurriera en España, la gente saldría a las calles.

- Entiendo su sorpresa, pero no olvide que Macri se declara muy cercano a Rajoy.

- Rajoy ha hecho una travesía al desierto importantísima. España estaba al borde de la bancarrota y hoy en día estamos levantando un poco la cabeza. Pero ello ha supuesto sufrimientos importantes para mucha gente. Gente que se ha arruinado, que está en paro, son muchísimos.

- Última pregunta. ¿Si le pido que elija un  argentino su respuesta será Borges?

- (Sonríe) Me gusta mucho Jorge Luis Borges, pero siempre digo que a quien más admiro es a Quino. Tengo las obras completas de Mafalda en la mesa principal de mi casa. Me parece maravilloso por su ironía y la comicidad de los personajes. Es muy difícil hacer reír a través de la literatura y este señor lo consigue.

- ¿Quino escribe literatura?

- ¿Por qué no? ¿Bob Dylan no ha ganado el Premio Nobel? !Se lo deberían dar a Quino, hombre!


La historia se hizo novela

“Los herederos de la tierra” se sitúa de nuevo en la Barcelona del siglo XIV, tres años después del final de 'La catedral del mar', y donde Hugo Llor, un huérfano de doce años, trabaja en la reparación y construcción de embarcaciones gracias a la generosidad de Arnau Estanyol, quien ha tomado al muchacho bajo su protección. No obstante, sus sueños de convertirse en constructor de barcos chocará contra una realidad dura y despiadada cuando la familia Puig, enemiga de su mentor, aproveche su posición ante el nuevo rey para ejecutar su esperada venganza.


Publicado en Tiempo Argentino