China insiste con el fútbol: la resiliencia no se mancha

Después de los decepcionantes resultados de las últimas tres décadas, China lanzó un nuevo plan para promover el desarrollo del fútbol a nivel nacional, con miles de escuelitas y tolerancia cero a la corrupción. La pasión por el “Cun Chao".
Fernando Capotondo - 2025-08-22
“Aunque China está a medio mundo de distancia de Europa, puedo sentir la misma pasión por el fútbol”, afirmó la leyenda italiana Roberto Baggio al asistir a un encuentro de la Superliga Rural de China, que se jugó hace unos días en la provincia de Guizhou. El “Cun Chao” – como la llaman los campesinos chinos – es una competencia amateur en la que se muelen a patadas agricultores, albañiles y hasta policías, en partidazos que suelen viralizarse por la pasión que despiertan, a tal punto que el hashtag del torneo superó en un año las 5.000 millones de visitas en Weibo (mezcla de X y Facebook) y un gol de media cancha de un maestro tuvo más de 45 millones de reproducciones en Douyin (el TikTok chino).

Esta masiva repercusión de lo que arrancó como el fútbol de potrero de Rongjiang – un humilde condado de 300.000 habitantes, donde las colinas suelen convertirse en las tribunas improvisadas de las canchitas – habría sido uno de los fenómenos sociales que fueron observados por las autoridades chinas para volver a apostar todas sus fichas a un deporte que viene cosechando no pocos fracasos, frustraciones y escándalos de corrupción. 

En efecto, dos meses después de la eliminación de la Selección Nacional del Campeonato Mundial 2026, China volvió a apelar a su conocida capacidad de resiliencia y presentó un nuevo plan integral para impulsar el postergado desarrollo del fútbol a nivel nacional, en esta oportunidad a partir de la creación de un ambicioso programa enfocado a la potencial cantera de sus 250 millones de niños y adolescentes.  

En una conferencia sobre el desarrollo del fútbol en China, la consejera de Estado Shen Yiqin fue la encargada de informar sobre el “enfoque crítico” que el gobierno piensa darle a la “creación de un sistema nacional robusto de fútbol juvenil”, según sus propias palabras. “Esta iniciativa – explicó– tiene el objetivo de acelerar la construcción de centros de entrenamiento en todos los niveles, promover la educación futbolística infantil y cultivar talentos de alto nivel con los entrenadores”.

Según adelantó, habrá una mayor cooperación entre las escuelas y los clubes profesionales, programas de capacitación para los directores técnicos y financiamiento adicional para las más de 500 ligas regionales y locales.
China considera al fútbol como parte de su acervo cultural y le encanta recordar que en 2004 la FIFA reconoció que el primer antecedente del fútbol moderno fue el Cuju chino.
El gobierno concentrará programas piloto en las ciudades más futboleras y en la zona occidental del país, al tiempo que fomentará el “desarrollo saludable” de las ligas profesionales y el fortalecimiento de los intercambios internacionales, según el extenso listado de objetivos anunciados por la funcionaria.

La referencia al cuidado de las ligas profesionales estuvo vinculada con los últimos lineamientos de la Academia General de Deportes de China, de prohibir a los clubes la incorporación de más de 5 extranjeros en sus plantillas, imponiéndoles limitaciones a los contratos para garantizar su sustentabilidad. El objetivo fue dar una vuelta de página con la época en que se pagaban cifras siderales a “galácticos” en plan de retiro, como ocurrió con el argentino Carlos Tévez, quien a los 33 años fue contratado por el Shanghái Shenhua con un salario de casi 900.000 dólares por semana.

Los nuevos tiempos buscan evitar el antiguo despilfarro de recursos y tienen su foco de atención en el semillero local, a través del desarrollo de 50.000 escuelas modelo bajo los estándares de la FIFA, y la puesta en marcha de nuevos programas de entrenamientos que, de cara al 2030, permitan que unos 50 millones de chinos se animen a pegarle con los dos pies.

Para lograrlo, Shen Yiqin no solo ratificó el compromiso del gobierno en aumentar su apoyo económico – alcanzaría los 400.000 millones de yuanes (equivalentes a unos U$S 60 mil millones) en la próxima década – sino que también rescató la decisión política de “aplicar un riguroso control disciplinario y medidas anticorrupción”, en un deporte que convivió con demasiados escándalos en los últimos años.

En ese momento de la conferencia, es fácil imaginar que haya sobrevolado el recuerdo de las 18 condenas por corrupción de los últimos años, entre ellas las del exentrenador de la Selección Nacional, Li Tie; el expresidente de la Superliga China, Liu Jun; y el exdirector del Comité Disciplinario de la Asociación China de Fútbol (AFC), Wang Xiaoping.
“El fútbol chino atraviesa un período de ajustes profundos. Aprendemos de los errores del pasado y construimos bases sólidas, con paciencia y determinación. Esta es la resiliencia china".
Aunque quizás, el nombre más omnipresente en aquel momento haya sido el del expresidente de la ACF, Chen Xuyuan, quien fue condenado a cadena perpetua por desvío de fondos, manipulación de arbitrajes y sobornos por 11 millones de dólares durante el período 2010-2023. "Los aficionados pueden tolerar el atraso del fútbol chino, pero no la corrupción", había afirmado el propio Chen, con cara de póker, en un documental difundido meses antes de su sentencia.

PERSEVERA Y GOLEARAS

China solo participó en el Campeonato Mundial 2022, ocupa el puesto 94 (entre Siria y Benín) del ranking masculino de la FIFA, su selección femenina está en la 16° posición del mundo y en la 4ª de Asia, y el fútbol profesional se encuentra en una compleja etapa de reconversión. Es fundamental entender que esta situación no responde a la falta de interés oficial. Todo lo contrario. Aunque pueda sorprender a muchos, las autoridades consideran al fútbol como parte de su acervo cultural y les encanta recordar que en 2004 la FIFA reconoció que el primer antecedente del fútbol moderno fue el Cuju chino, un juego que se practicaba hace más de 2.000 años, durante la influyente dinastía Han.

Este contexto quizás ayude a encontrar alguna justificación para la actual insistencia en reactivar el deporte, sobre todo después las fallidas iniciativas lanzadas bajo los pomposos nombres de “Plan de Reforma y Desarrollo del Fútbol” (1994), “Proyecto Fútbol Escolar” (2009), “Plan de Mediano y Largo Plazo del Fútbol” (2016), “Iniciativa 50.000 Escuelas” (2015-2020) y “Programa de Naturalizaciones” (2019-2023).

Desde Beijing, entienden que el fracaso de un par de estos programas habría sido suficiente para sepultar el interés de cualquier otro país, pero explican que en China las caídas suelen activar una disciplinada “estrategia de la perseverancia”, como la bautizó un poeta argentino.

“El fútbol chino atraviesa un período de ajustes profundos. Aprendemos de los errores del pasado y construimos bases sólidas, con paciencia y determinación. Esta es la resiliencia china: transformar desafíos en oportunidades, con una visión a largo plazo que prioriza la sostenibilidad sobre el éxito inmediato”, ratificó el director de la Administración General de Deportes de China, Gao Zhidan, en un Foro de Desarrollo del Fútbol Chino, realizado en Beijing.

Será cuestión de esperar si, efectivamente, el fútbol chino aprendió de sus recurrentes errores. La única certeza a esta altura del partido es, parafraseando a Maradona, que la resiliencia china no se mancha.