La legendaria ruta del incienso

Montones de incienso, que tiempo atrás era más valioso que el oro, se transportaban cada año por esta ruta desde el sur de Arabia hasta el Mediterráneo, inspirando mitos y leyendas.
Fuente: Lonely Planet - 2017-02-06
Desde principios del s. III a.C. hasta el s. II, la ruta del incienso era la mayor red de vías comerciales desde Egipto hasta la India a través de Oriente Medio. La intención era unir la zona mediterránea con las fuentes árabes del olíbano y la mirra y las orientales del incienso y las especias. La ruta empezó a decaer cuando griegos y romanos decidieron comerciar directamente con la India a través de las antiguas rutas marítimas, aunque siguió utilizándose unos cuantos siglos más.

La ruta del incienso estaba plagada de complicaciones para los antiguos, que se desplazaban con dificultad por un terreno duro e implacable en largas caravanas de camellos con miles de personas. La falta de mapas y de sistemas de navegación, la presencia de salteadores y el hecho de que los reinos que la ruta atravesaba intentasen cobrar un peaje a la más mínima oportunidad, hacían que esta no estuviera fijada, y a menudo se iban abriendo nuevas vías que enriquecían a unas ciudades y empobrecían a otras, dependiendo del camino que seguía la caravana de camellos.

La mercancía era realmente valiosa: especias exóticas para cocinar, mirra y olíbano para que las mujeres se acicalaran, y sales para la conserva de los alimentos y la cocina. El viaje duraba seis meses, tenía 50 paradas y suponía un desafío a la supervivencia durante toda la travesía. Para apreciar la verdadera importancia histórica de la ruta hay que tener en cuenta que en la Antigüedad el incienso era más valioso que el oro, como evidencian los regalos que recibió el niño Jesús al nacer: oro, incienso y mirra.
En la antigüedad el viaje desde Egipto hasta India duraba seis meses, tenía 50 paradas y suponía un desafío a la supervivencia durante toda la travesía.
La ruta del incienso constituye un viaje lleno de intriga, rico en historia y con personajes épicos, además del misterioso encanto del desierto y de lo que hay más allá.

EL VIAJE HOY 
El desierto del Néguev cubre algo más de la mitad de Israel y a pesar de su enorme y soñoliento vacío, seduce al viajero por sus colinas de arenisca, sus picos rocosos y las llanuras fértiles surcadas por estrechos desfiladeros. Pero no es por el paisaje por lo que uno viaja hasta aquí, sino porque, como corazón del Imperio nabateo, antaño formó parte de la ruta del incienso, y los restos de aquella vía comercial están más presentes en esta parte del mundo que en cualquier otra. El viajero tendrá que montarse en un autobús hasta las fortalezas nabateas de Avdat, Shivta y Mamshit, construidas a lo largo de la ruta del incienso y las especias para proteger las caravanas y su valiosa mercancía desde el sur de Arabia hasta la ciudad portuaria de Gaza.

Avdat es una ciudad bien conservada, enclavada sobre una colina que preside el cielo del desierto. Sus ruinas son impresionantes, y las vistas, magníficas. La siguiente parada es Shivta, la más aislada de las ciudades nabateas, con ruinas de cuando era una importante ciudad bizantina en la ruta de las caravanas entre Egipto y Anatolia. Finalmente, el autobús dejará al viajero en Mamshit. Aunque no es tan impresionante como Shivta, es la ciudad antigua mejor conservada, y uno no puede evitar maravillarse ante las excavaciones de ruinas nabateas que exponen a la luz del día embalses, torres vigía, cementerios militares romanos y bizantinos, joyas, monedas, iglesias y mosaicos. A pesar de la hostilidad del desierto, estas ciudades prosperaron, como bien demuestran los restos de fortalezas, caravasares y sistemas de cultivo. Llegado el momento de abandonar el desierto, el viajero habrá saciado su curiosidad por la ruta del incienso, ahora ya la conoce más intensamente, sobre todo después de visitar el maravilloso Néguev.
El Ein Avdat del Parque Nacional es uno de los puntos de interés del Néguev. Hay una laguna de agua helada en medio del desierto que se nutre del agua que circula por intrincados canales.
Dhofar, la provincia más meridional de Omán, puede añadir un punto de emoción a los que quieran conectar con la época antigua del incienso. Es una región asociada desde antiguo con la vieja ruta del incienso, y cuenta con excelentes playas, un ambiente tranquilo y una estimulante mezcla étnica. Hay que visitar Mughsail, famosa por los orificios excavados por las olas en la parte baja de los acantilados y a través de los cuales sube con fuerza el agua del mar, así como por los campos cercanos donde se cultiva el ólibano, y seguir los pasos de los antiguos mercaderes que compraban saquitos de incienso en el zoco de Al-Husn.

Si se visita el yacimiento arqueológico de Avdat no hay que perderse el Ein Avdat del Parque Nacional, uno de los puntos de interés del Néguev. Es una curiosidad de la naturaleza, no hay otro modo de describir una laguna de agua helada en medio del desierto que se nutre del agua que circula por intrincados canales. Se puede llegar con una placentera excursión por un paisaje impresionante, dominado por un desfiladero inclinado y tortuoso; y se puede alcanzar la cima de una cascada que en invierno ofrece una vista espectacular.