Buda y yoga, los pilares espirituales de la India

Las claves para comprender sus profundos vínculos con la evolución de una cultura apasionante. De las enseñanzas de Buda a los secretos de una disciplina que es mucho más que un ejercicio físico.
Fuente: El Universal - 2017-06-28
Buda, nació en Kapilavastu, Himalayas, región de Nepal, hacia el año 566 a. C.; es también conocido como Shakiaminu (Sabio de los Shakya), ya que su familia era de esa genealogía, hijo de la reina Maya, esposa del rey Sudodhana; al nacer el vástago, fue anunciado por los augures como “el redentor del mundo”. 

Fue criado con exceso de comodidades, ajeno al dolor fraterno, la muerte y el sufrimiento humano: a la edad de 16 años fue desposado con la bellísima princesa Yasdohara, con quien procreó a su único hijo legítimo, Rahula. 

A los 30 años se separó del mundo del hedonismo, y con ancianos maestros aprendió los principios de la disciplina yoga, los cuales fueron perfeccionados por él, creando una correcta  vinculación entre las exigencias físicas con las filosóficas, naciendo a consecuencia su religión budista, con prácticas ascéticas, caracterizadas por abstinencia casi total de alimentos, renuncia a la ingesta de carne animal y a magnificar al espíritu. 

En Benares, ciudad india, realiza su apostolado; invitando a renunciar  a los vicios comunes de la raza humana, la envidia, la gula, el temor a la muerte y al dolor físico; Gautama fallece en Kushinagar, el año 486 a. C., luego de haber experimentado el Nirvana, o el éxtasis total. 

Dejó sus enseñanzas para ser difundidas por los “shanga”, apóstoles o monjes budistas,  cuidadores de los preceptos que han dado fuerza al “budismo”, sobre todo en las regiones asiáticas, y que de alguna manera han sido aceptadas y puestas en práctica en el llamado “mundo occidental”. 
Buda, es un título, una secuencia, que antecede y trasciende a la vida misma; dentro de esa religión siguen denominando como Buda, al más brillante de sus seguidores o practicantes.
Los escritos de Gandhara al respecto más antiguos que se conocen, datan del año I a. C. y III d. C.; en escritura Gandjari, con caracteres karosti, esculpidos en corteza de abedul. No obstante debemos acotar que Buda, es un título, no exclusivo de Gautama; sino una secuencia, que antecede y trasciende a su vida misma; dentro de esa religión siguen denominando como Buda, al más brillante de sus seguidores o practicantes.    

Yoga para todo

Yoga es una disciplina físico-mental del cuerpo humano, mediante la cual se pretende alcanzar una comunión filosófica del “Brahma”;  su práctica se remonta a los tiempos védicos, y se le atribuye origen indostánico, dentro de la religión budista de Siddharta Gautama (Buda), que pasó de Tíbet a  Birmania, siendo aceptado en las comunidades chinas, vietnamitas y japonesas. 

Entre las “sutras”, relatos sencillos de las “vedas” (conocimientos), para facilitar la comprensión de su filosofía por el vulgo, que no dispone de suficiente formación intelectual; reservadas para la clase instruida y, por ende, dominante del resto de sus congéneres. 

Los “yogui”, practicantes adeptos al yoga, exponen que mediante su especie de “desdoblamiento”, logran -en apariencia- independizar el alma del cuerpo, consiguiendo -desde otro plano o dimensión-, observar el comportamiento inducido del organismo humano, como espécimen mortal, alejado de la pureza del espíritu, susceptible de caer en tentaciones mundanas. Esta es su concepción original.
En diciembre de 2014, las Naciones Unidas determinaron considerar la fecha 21 de junio, como: “Día Internacional del Yoga”.
Hoy en día se practica yoga en casi todo el mundo, más como una ejercicio físico que mental; dentro del yoguismo existen diferenciaciones importantes, el Karma yoga, que se considera como el más fiel seguidor del sistema, y que se utiliza desde el punto de vista religioso, con métodos ascéticos característicos de los monjes tibetanos. Otro tanto se puede considerar al Raja yoga, método de supresión de la respiración, hasta que el cuerpo se transforma en una cosa inanimada y que es como un muñeco, sin voluntad ni vida, que experimenta el éxtasis en una posición típica, con el cuerpo reposando sobre sus piernas cruzadas, idealmente inmóvil, y algunos les atribuyen la facultad de elevarse sobre la superficie a voluntad de fenómenos paranormales inexplicables, muy cercanos  a la catalepsia. Y no explican cómo realizan el “retorno” a la realidad; por lo que muchos cuestionan su verosimilitud.

Algunos conocedores o “iniciados”, prefieren el Jñana yoga al que le confieren dones para la “salvación espiritual”, obviando la vida corpórea, donde el organismo  es un receptáculo del alma individual e inmortal; se refieren a la ilusión que se hace creer, para satisfacer placeres y satisfacciones mundanos, muy alejados de los estados de consciencia y purificación, necesarios para la trasmutación hacia el “mundo exterior”, donde cohabitan las perfecciones de la creación. Y hemos dejado como una última transposición, la que se denomina Hata yoga, una variante más de ejercicio físico  que mental, y fundamentalmente se dirige su accionar al mantener un cuerpo ágil y flexible, que activa “centros de fuerza” en concordancia con una mente despierta y en cabalidad, y que se asocia a la “serpiente” enroscada en la columna vertebral del individuo; y se puede afirmar que esta variable es la más ejercitada y conocida en el mundo entero, con muchos “gimnasios” acondicionados para ello.

En diciembre de 2014, las Naciones Unidas determinaron considerar la fecha 21 de junio, como: “Día Internacional del Yoga”.