Audrey Tang tiene 35 años, un coeficiente intelectual de 180 y fue nombrada Ministra Digital de Taiwán. A los 24 años se cambió de sexo, pero no se considera transgénero, sino post-género. Su sueño de una Silicon Valley asiática.

Pertenecían a la nobleza japonesa y eran entrenadas para proteger el hogar en tiempos de guerra. Su arma preferida era la naginata, una lanza más liviana y versátil que la katana. La leyenda de la emperatriz Jingu.
Audrey Tang tiene 35 años, un coeficiente intelectual de 180 y fue nombrada Ministra Digital de Taiwán. A los 24 años se cambió de sexo, pero no se considera transgénero, sino post-género. Su sueño de una Silicon Valley asiática.
Las obras son interpretadas por artistas chinos que, luego, deben volver a trabajar al campo. No reciben subsidios y los escenarios muchas veces son improvisados, pero eso no les impide reivindicar las raíces de su cultura popular.
La devoción de los hindúes se convierte, a veces, en un ataque al medioambiente. Imágenes en los ríos, polvos de colores que no se degradan y fuegos artificiales forman parte de un ritual que afecta a la naturaleza.
La historia de Takayama Ukon (1552-1615), un señor feudal que abandonó sus riquezas, fue perseguido y, finalmente, condenado al exilio por convertirse al cristianismo. Se sumó a los 395 mártires y 42 santos japoneses.
La increíble historia de Michelle, una nena sudafricana que pasó de escribir a escondidas a convertirse en la inspiración de millones de niños. Su libro "Esperar las olas" ya está en venta en Amazon.
La justicia consideró que era inconstitucional la prohibición que impedía a las mujeres ingresar al santuario de la mezquita Haji Ali Dargah, en Bombay. Según las tradiciones del islam, era un "pecado grave" su proximidad a la tumba de los santos.
La diseñadora boliviana Eliana Paco se ha convertido en una embajadora de la moda de la "chola paceña". El orgullo de defender las raíces culturales y el ejemplo de la vestimenta del presidente Evo Morales.
“¿Dónde está el dios que adoráis?. Me respondieron que estaba en el cielo como Chukwu. Entonces les pregunté quién era aquel al que habían dado muerte, el que había colgado en el palo de madera fuera de la misión. Me explicaron que era el hijo, pero que padre e hijo eran iguales. Fue entonces cuando me di cuenta de que el hombre blanco estaba loco”
(fragmento de la novela “La flor púrpura”)