Se llama Nagoro y se encuentra en la isla japonesa de Shikoku. En la actualidad tiene 379 habitantes: de los cuales 350 son muñecos. "Son como mis hijos", cuenta Ayano Tsukimi, la mujer que impulsó la insólita – y escalofriante – iniciativa.

Los diseños hacen referencia a la historia y cultura de cada municipio, aunque en algunos casos se eligen ilustraciones de Hello Kitty para despertar la atención de los niños. Cómo surgió la idea.
Se llama Nagoro y se encuentra en la isla japonesa de Shikoku. En la actualidad tiene 379 habitantes: de los cuales 350 son muñecos. "Son como mis hijos", cuenta Ayano Tsukimi, la mujer que impulsó la insólita – y escalofriante – iniciativa.
Ubicado a 3.658 metros sobre el nivel del mar, el Lhasa Chengtou FC es el primer club del Tíbet en integrar la liga profesional de China. La popularidad del fútbol en una cultura tan apasionante como milenaria.
Grupos de abuelas chinas practican coreografías en las plazas públicas para realizar ejercicios. La actividad reúne a unas 100 millones de personas, desde que se sumaron hombres y mujeres más jóvenes.
La palabra significa “fiesta” en kimbundu, una de las lenguas más habladas del lugar. Tiene una variante llamada Tarraxinha, que sólo bailan los adultos. En París y Nueva York ya dictan cursos para aprenderlo.
En su exquisito libro “Pekín”, el escritor y traductor argentino Miguel Ángel Petrecca explica la evolución de los diferentes nombres de la capital china. “La ciudad no olvida sus nombres, los colecciona”, sostiene.
Ungida como la nueva Kumari de Katmandú, representa la encarnación de la diosa hindú Taleju. Podrá salir de su nuevo hogar 13 veces en el año y siempre será llevada en andas, porque sus pies no deben tocar el piso.
En Afganistán pusieron en marcha una campaña para devolverles la identidad, ya que sus nombres suelen omitirse hasta en las lápidas.
“¿Dónde está el dios que adoráis?. Me respondieron que estaba en el cielo como Chukwu. Entonces les pregunté quién era aquel al que habían dado muerte, el que había colgado en el palo de madera fuera de la misión. Me explicaron que era el hijo, pero que padre e hijo eran iguales. Fue entonces cuando me di cuenta de que el hombre blanco estaba loco”
(fragmento de la novela “La flor púrpura”)