En Tainan existe un templo que le reza a Sugiura Shigemine, un piloto japonés que se convirtió en un héroe de guerra. El lugar es parecido a otros santuarios taoístas, con la diferencia que se adora a una sola deidad.

La milenaria práctica de vendar los pies a las mujeres en China respondía a un motivo económico, no a una tradición vinculada al matrimonio. Una reciente investigación de dos antropólogas devela el misterio.
En Tainan existe un templo que le reza a Sugiura Shigemine, un piloto japonés que se convirtió en un héroe de guerra. El lugar es parecido a otros santuarios taoístas, con la diferencia que se adora a una sola deidad.
A partir de recientes descubrimientos arqueológicos relacionados con la cultura Changbin, buscan demostrar la hipótesis de los viajes realizados por marineros prehistóricos hace 30 mil años.
Cómo es la confección artesanal de estas verdaderas obras de arte de sólo 800 gramos de peso. Del forjado del acero "tamahagane" al grabado artístico de imágenes y caracteres en el metal. Los secretos del "habaki".
La mayoría no terminó la escuela primaria, pero decidió aprender un oficio y enfrentar las desigualdades de género. Las "mamás solares" y la increíble historia de la Universidad Pies Descalzos de Tilonia.
La palabra encierra una filosofía de vida que resulta clave para comprender a los japoneses. Nunca pierden el control, resisten la adversidad con dignidad y jamás pierden de vista al prójimo. El ejemplo del terremoto y tsunami de 2011.
Se encuentra en Phangane, una zona rural de Maharashtra. Allí asisten 29 mujeres, la mayoría viudas, que se animaron a enfrentar el estigma del analfabetismo. Están orgullosas de algo tan simple como firmar con su nombre.
Pertenecían a la nobleza japonesa y eran entrenadas para proteger el hogar en tiempos de guerra. Su arma preferida era la naginata, una lanza más liviana y versátil que la katana. La leyenda de la emperatriz Jingu.
“¿Dónde está el dios que adoráis?. Me respondieron que estaba en el cielo como Chukwu. Entonces les pregunté quién era aquel al que habían dado muerte, el que había colgado en el palo de madera fuera de la misión. Me explicaron que era el hijo, pero que padre e hijo eran iguales. Fue entonces cuando me di cuenta de que el hombre blanco estaba loco”
(fragmento de la novela “La flor púrpura”)